Cada mes, el
presidente Mora escribe un mensaje en el boletín para los misioneros. Este es
su mensaje para noviembre
President Mora writes a message in the monthly newsletter for the missionaries. This is his message for November
El verdadero sacrificio
Si tuviera que resumir el Antiguo
Testamento en una sola palabra, escogería: CONVENIOS. El Antiguo Testamento es
una muestra clara de cómo Dios quiere que hagamos convenios con Él, de forma
detallada encontramos ejemplos de estos convenios, donde la mayoría se hicieron
en los sagrados templos de aquella antigua época. Los convenios que hacemos con
Dios siempre están asociados a los sacrificios, no existen convenios sin
sacrificio, es decir, sin ofrecer algo o dar algo a cambio, que generalmente es
hacer un esfuerzo por cambiar nuestras acciones y llegar a ser mejores
personas. El antiguo Israel ofrecía animales como sacrificio, se realizaba una
ceremonia llena de ritos revelados por el Señor, los sacerdotes y el pueblo
debían cumplir estrictamente cada paso del rito para que el sacrificio tuviera
la validez necesaria. Estos sacrificios estaban llenos de simbolismos, uno de
los pasos de estas ceremonias consistía en que después de matar al cordero (el
cordero representaba a Cristo y Su sangre expiatoria) el sacerdote tomaba la
sangre y colocaba un poco en la oreja, el pulgar de la mano y el pulgar del pie
de la persona que ofrecía el sacrificio (Levítico 14:14), este simbolismo
significaba que esa persona Escucharía la voz de Dios, Haría la
voluntad de Dios y Andaría por el camino que Dios había señalado. El
sacrificio del animal por sí mismo no tenía gran poder, el poder estaba en la
decisión y el esfuerzo de aquella persona por seguir la senda que el Señor
había marcado.
Así que esto nos hace entender mejor cual
es el verdadero sacrificio que Dios quiere de nosotros, como una vez lo
explicara Élder Neal A. Maxwell: “Así vemos que el verdadero sacrificio
personal no ha consistido nunca en poner un animal sobre el altar, sino en la
disposición de poner en el altar el animal que está dentro de nosotros y
dejarlo que se consuma. Ese es el sacrificio al Señor de “un corazón
quebrantado y un espíritu contrito” (D. y C. 59:8), que es el requisito para
tomar la cruz y abandonar todos nuestros pecados para conocerlo (véase Alma
22:18), pues el negarse a sí mismo es la condición para aceptarlo por
completo”.
Estoy seguro que en la medida que cada
uno de nosotros deje a un lado sus deseos, sus intereses y tome la decisión de
convertirse en un verdadero discípulo de Cristo, recibirá un poder enorme de
los cielos que lo hará tener una visión diferente de esta vida y lo conducirá a
la gloria que Dios quiere para nosotros, no nos resistamos a nuestra verdadera
naturaleza, ofrezcamos a Cristo nuestro corazón.
Presidente Mora
True Sacrifice
If I had to summarize the Old Testament in one word, I would
choose: COVENANTS. The Old Testament is a clear example of how God wants us to
make covenants with Him. We find detailed examples of these covenants in the sacred temples rites of that ancient era. The covenants
we make with God are always associated with sacrifices; there are no covenants
without sacrifice, that is, without offering something or giving something in
return--such as making an effort to change our actions and become better
people. Ancient Israel offered animals as a sacrifice and a ceremony full of rites was revealed by the Lord and performed. The priests and the people had to strictly
fulfill every step of the rite so the sacrifice had the necessary validity.
These sacrifices were full of symbolism. One of the steps of these ceremonies
was that after killing the lamb (the lamb represented Christ and His atoning
blood) the priest took the blood and placed a little on the ear, the thumb of
the hand and the large toe of the foot of the person who offered the sacrifice (Leviticus 14:14),
this symbolism meant that person would listen to the voice of God, would do the will
of God and walk the path that God had indicated. The sacrifice of the animal by
itself did not have great power, the power was in the decision and the effort
of that person to follow the path that the Lord had marked.
So this helps us better understand the true sacrifice God wants from
us. As Elder Neal A. Maxwell once explained: " So it is that real, personal sacrifice never was placing an animal on the altar. Instead, it is a willingness to put the animal in us upon the altar and letting it be consumed! Such is the 'sacrifice unto the Lord … of a broken heart and a contrite spirit,' (D&C 59:8), a prerequisite to taking up the cross, while giving 'away all [our] sins' in order to 'know God' (Alma 22:18) for the denial of self precedes the full acceptance of Him."
I am sure that as long as each of us leaves aside our desires, our interests and makes the decision to become a true disciple of Christ, an
enormous power of heaven will make us have a different vision of this
life. and it will lead us to the glory that God wants for us--let us not
resist our true nature but offer our hearts to Christ.
President Mora
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